Historia y leyenda se confunden en torno a la figura del Aloe a lo largo de los siglos.
Conocida como “la planta de la inmortalidad” en el antiguo Egipto, solía utilizarse en los ritos de enterramiento y en el proceso de embalsamamiento de los faraones. Se han encontrado representaciones pictóricas de esta planta en sepulcros y monumentos funerarios de los faraones. también es mencionada en el famoso “papiro de Ebers”, conocido también como el “Libro egipcio de los remedios”.
Se ha llamado también “la planta bíblica” por las numerosas ocaciones que aparece mencionada tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, donde, entre otras cosas, se relata como Nicodemo utilizó una mezcla de Aloe y mirra para embalsamar el cuerpo de Jesús.
Al dios Bàal-Zebut se lo representa con una planta de Aloe en las manos como símbolo de inmortalidad, de su poder regenerador de la vida.
En la India, la denominación la “curadora silenciosa”. Creían que el Aloe crecía en los jardines del Eden. En el libro indio llamado “Ayurveda” (considerado aún hoy como el libro que recoge la ciencia de la vida o de la salud, y que se fecha en torno a los 5000 años atras) el Aloe es considerada una planta con excelentes efectos curativos.
El Aloe aparece mencionado en el “Libro de las Hierbas medicinales” chino, considerado como una de las dos primeras obras escritas en la historia de la literatura, donde se recomienda su aplicación externa para todo tipo de lesiones o dolencias.
Fueron los árabes los que comenzaron a comercializar la planta. Se cree que el nombre de la planta tal como la conocemos hoy es de origen árabe y hace mención a su sabor amargo (aloe, alloeh, significa “amargo” en árabe).